Antes de comenzar a dibujar, o pensar en crear o prender la computadora... es mejor estudiar y pensar. Debemos estudiar el background del producto. Esto significa investigar sobre su historia, destino de uso, tipo de usuario, etc.
Debemos tener en cuenta todas las funciones que realizará el producto. Analizar todos los componentes, discriminando la intervención de cada uno en cada función ejecutada por el producto en cuestión. Una vez que recopilamos todos estos datos, buscaremos alternativas de solución a problemas existentes o mejoras funcionales como optimización de peso, empleo de materiales más duraderos, mejoras en la situación de uso devenidos de sustitución de sistemas tecnológicos, etc.
Las mejoras no solo radican en corregir defectos, sino también en optimizar detalles. Más claramente, mejorar incluso aquello que está bien, pero podría estar aún mejor. También puede buscar alternativas que no necesariamente mejoren la calidad, sino que la mantengan igual pero a más bajo costo.
Nunca debe olvidarse que todo producto industrial es la pequeña parte de un gran proceso. El producto no es solo él mismo, sino que es una suma de procesos realizados que transforman energía y elementos que lo constituirán. Reemplazar un material barato por uno más caro, pero más fácil de procesar puede resultar más barato a largo plazo.
Diversos factores constructivos pueden incidir en los tiempos de mano de obra, que es mucho más cara que los materiales empleados. Diseñar no necesariamente es dibujar y hacer planos, es también estudiar y pensar. En ocasiones, una reducción de costos en el producto puede significar una baja en el precio final, lo que nos daría un posicionamiento estratégico importante en el mercado.
© Adrián Blanco 2005 – Prohibida la reproducción total o parcial sin consentimiento explícito del autor.